El espíritu del galope en Santa Fe

Cavalia: breve reseña de un gran espectáculo
Francisco J. Barriopedro Cruz
Editor de CaballosFrison.com

El espectáculo comienza con una voz que resuena «El caballo es un regalo de Dios para el hombre» y, de inmediato, recuerdo la cita de Georges Louis-Leclerc, Conde de Buffon durante el siglo XVIII, la cual dice: “La más noble conquista de un hombre es haberse ganado la amistad de un caballo”. Sin duda alguna, en estas simples frases se ve reflejada la relación que es el eje temático y dramático de una puesta en escena de poco más de dos horas y la cual podemos ver cómo fluye, crece y llega a su clímax durante este tiempo. Aquí no falta la sincronización entre una entrenadora y los caballos que comienzan al galope, pero que pronto comienzan a rodearla con un trote moderado y, luego, van girando al unísono con ella. Todos parecen convertirse en un solo ser: Cavalia.

Se trata de una noche donde Cavalia muestra todas sus caras: muy pronto vemos que de la elegancia y la obediencia, el espíritu animal se convierte en uno libre y casi salvaje. En un desierto, los caballos galopan mientras algunos jinetes realizan suertes y trucos temerarios… pero sin dejar de estar completamente unidos con Cavalia, el espíritu que todo toca, todo transforma.

La escenificación explora todas las facetas del caballo: su lado más gentil y amoroso, sus momentos de fiereza y poderío, su naturaleza salvaje y su carácter manso. Y por supuesto, nunca deja de mostrarnos la conexión que existe entre humanos y equinos, que siempre resulta impresionante en cada instante que presenciamos actos asombrosos que evidencian el vínculo inequívoco entre ambas partes ejecutantes.

Este momento maravilloso es creación de Normand Latourelle (cofundador del Cirque du Soleil) , el responsable absoluto de Cavalia y la casi milagrosa unión entre los caballos y humanos que forman parte del espectáculo. Con cerca de 50 cuadrúpedos de razas tales como: pura raza española, cuarto de milla, árabe-lusitano, pinto, percherón, mustang, comtois, criollo y sangre caliente, el amante de los caballos no puede dejar de pensar que ellos son los verdaderos protagonistas de la puesta en escena.

Cavalia1La idea de la que partió Latourelle, fue la de fusionar a los caballos con la acrobacia circense —y a ratos extrema— para crear un espectáculo magnífico que roba el aliento y captura la imaginación. Sin embargo, su sueño y la visión que de este tenía el creador crecieron tanto, que se vio obligado a tomar una dura decisión y terminó por independizarse del Cirque du Soleil para dedicar todo su empeño en la organización de Cavalia. Así, tras meses de largos y rigurosos ensayos, decidió que estaba listo para probar suerte con su proyecto. Tras presenciarlo, nos queda clarísimo que le ha funcionado a la perfección, pues este es el noveno año de su existencia y sigue causando sensación en cada una de las presentaciones que lleva a cabo en diversas partes del mundo.

Cuando se le pregunta Normand qué le parece la franca respuesta del público, él sólo puede sonreír como un niño en dulcería: todo es maravilloso para él. Para el creador, el concepto sólo se puede explicar como “un sueño convertido en espectáculo que explora la relación ancestral entre humanos y caballos. Mi intención fue crearlo para que la gente no dejara de soñar, sobre todo ahora que la vida es tan difícil, porque a lo largo de mi trayectoria sólo he tratado de crear felicidad. Primero con el Cirque du Soleil y ahora con Cavalia”.

Cavalia4Al igual que sucede con las presentaciones del Cirque, Cavalia hace un experto uso de atmósferas pensadas para ser poco menos que impresionantes, siempre bien puntuadas por la música de Michel Cusson, y perfectamente diseñadas para que sean los caballos quienes, sin dejar lugar a dudas, se lleven la noche. Sí, hay cientos —literalmente— de acrobacias de distintos calibres y varios tipos de números, desde las más tranquilas y coordinadas coreografías hasta estruendosas carreras a todo galope a lo largo de la pista-escenario… pero los caballos siempre sobresalen en cada uno de ellos, imponiendo su físico y hermosura, contagiando su caracter brioso y arrancando sonrisas. Ver las reacciones de los espectadores vecinos de todas las edades, que están arrobados y absortos ante la majestuosidad pulsante de la entidad que es Cavalia, emociona profundamente y eso se agradece.

Por último cabe señalar que este no es el típico espectáculo con animales donde vemos rigidez y actos logrados con base en condicionamientos crueles. De verdad podemos sentir la conexión, la euforia y el amor que cada ejecutante, sea equino o humano, imprime a cada acto realizado. Todo fluye con naturalidad asombrosa, a ratos como el agua en un río que baja de la montaña, en otros como la brisa entre las ramas de los árboles, como un ser vivo y vibrante que se regocija con el simple acto de existir.

La magia que desprende Cavalia en todo momento nos recuerda que nosotros, ya seamos jinetes o espectadores, no somos más que invitados en la eterna cabalgata.

Una vez que se encienden las luces, la sensación de libertad y asombro que el espectador lleva pulsando en el pecho perdura durante mucho, mucho tiempo después de abandonar el recinto y eso…

También es de agradecerse.

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juanpa
juanpa
9 años hace

muy hermosos caballos